lunes, 16 de junio de 2008

Google.

Rodolfo Tuirán


La semana pasada, Google, el famoso buscador de internet, fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2008. El jurado reconoció la relevancia de esta herramienta en el mundo actual y la distinguió por haber puesto “de forma instantánea y selectiva, al alcance de centenares de millones de personas, el enorme caudal de información de internet”. Según el acta del jurado, Google ha hecho posible “una gigantesca revolución cultural”.

Se sabe que la decisión del jurado no fue fácil y estuvo acompañada por un debate arduo que exigió hasta siete votaciones antes de anunciarse el fallo final. El otorgamiento del premio a Google refleja, ante todo, una enorme admiración por las nuevas tecnologías, sus usos y sus extraordinarias consecuencias. Recuérdese que el buscador fue desarrollado en 1996 por dos estudiantes de doctorado de la Universidad de Stanford (Sergey Brin y Larry Page).

Esencialmente, Google permite organizar de manera extraordinariamente ágil y rápida el universo de conocimientos e información disponible en la red. Su mérito radica no sólo en su capacidad de identificar los sitios en los que aparecen las palabras buscadas, sino también de ordenarlos en función de su relevancia.

Google adoptó su nombre por su parecido al término matemático googol (que representa la cifra de 10 elevado a 100), en alusión a la enorme cantidad de información que el buscador es capaz de identificar y clasificar. Actualmente, Google permite buscar en más de 8 mil millones de páginas electrónicas. Su motor de búsqueda realiza más de 200 millones de consultas diarias y funciona en 100 idiomas. Estos datos revelan que Google es el gigante de la red. Quizá por eso el buscador es para muchas personas un sinónimo de internet.

Google funciona gratuitamente para los usuarios a pesar de que su operación y mantenimiento implican algunos costos. La firma fundada por Brin y Page no sólo encontró la fórmula para compensarlos, sino también para ganar grandes sumas de dinero. La clave fue acercarse a quienes podrían beneficiarse de las búsquedas. Si los usuarios inician alguna consulta, Google muestra las páginas electrónicas resultantes y, además, unos pocos enlaces de anunciantes con publicidad dirigida (es decir, aquella que guarda relación con las palabras utilizadas en la búsqueda). Gracias a la venta de publicidad en Internet, Google es hoy en día una de las firmas más exitosas del mundo. Tan sólo el año pasado facturó alrededor de 16 mil 600 millones de dólares y obtuvo más de 4 mil millones de ganancias.

Debido al éxito y creciente número de personas que utiliza el buscador (alrededor de siete de cada diez internautas), algunos analistas han alertado de los riesgos de que Google se convierta en la “fuente única” para organizar, filtrar y comunicar la incalculable cantidad de información disponible en la red. La preocupación por esta “Googlarización de la red” se agudizó en fecha reciente cuando la firma cedió a la presión del gobierno chino para que en ese país los resultados que ofrece el buscador estén convenientemente filtrados.

Por razones como ésta, hay personas que piensan que, además de premiar al buscador más usado en el mundo, deben examinarse con lupa y ojo crítico las prácticas del nuevo gigante empresarial. Los usuarios de internet entregan a la firma, por diferentes vías, una enorme cantidad de información sobre sus gustos, intereses y creencias personales. Es tal la capacidad de la firma de acumular, analizar y retener este tipo de datos, que diversos grupos defensores de los derechos de los usuarios en varios países temen que ocurra —en ausencia de regulaciones adecuadas— una invasión creciente a la privacidad. Para una firma que tiene como lema Don´t be evil (no hagas el mal o no seas malo), resultan un tanto chocantes sus técnicas de intrusión y sus cada vez más largos tentáculos empresariales.

Al margen de estas consideraciones, no está de más reconocer los merecimientos del buscador: Google ha facilitado la navegación y transformado profundamente nuestra relación con la internet.

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/40750.html

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